IV RECITAL: 2 de decembro


Sandra Regueira

Ei manos frías

Ei manos frías!!!

Suenas a desgarro, a clamor desenfrenado de días sin precocinar, apura ese cigarro y vamos a volar.

Rodeos  en perpendicular, indirectas al portador, no se fían franquezas entre las paredes de esta habitación. Comprometidos con la sin garantía de tenerse en diferido, viajamos siempre de camino, la sin duda de nuevo destino.

Ei manos frías!!!!

Calcula mi dosis, fírmame esta tesis, recoge caligramas de papel y éxtasis, pasea por las transversales de mi vertical, si, a besos puntillas, calibras, todas las idas y venidas.

Competición de paroxismos, diluvio de aforismos, mis márgenes también quieren tu doble pauta con vistas al mar, siete vidas ancladas a un precipicio que surfear.

Susurro de ventana empañada, sigue desplegando tus alas y a contrabando de almohada apaga todas mis ganas.

Ei manos frías!!!

Suenas a victoria en mi bastilla, mito en mis leyendas, insoportable levedad. Si, a válvula de Toole te busco, la ironía siempre es tu mejor pulso. Si,  suenas, like a Rolling Stone por mi piel, mareas de miel y hiel, castillos en el aire de William Blake, a  atardecer, retroceder, a quererse sin querer, aprender a transcender, solo conozco el perecer de sobredosis de placer… 

Ei manos frías!!

Escucha, que te escucho.

La sangre corre

La sangre corre…

Por batallas de recuerdos, de vidas que pudieron ser y no fueron, de sueños irrealizables, de quimeras…

Se están desangrando…

Comodidad de ideología, libertades de candado, ganas sumisas apurando el trago, los ¨shhhhhh, calla¨ de garrote vil a la tangente, camino de círculos cerrados, preinscripciones de absoluto en horizonte acompasado, perpetua tregua sin lucha, perpetua melodía en silencios de negra podredumbre.

Corre la sangre…

Méritos a sincronización de indiferencias, mediatriz de las carencias, apuestas y bancarrota de intuición.

La sangre sigue corriendo…

Atardecer eterno en la puesta de descrédito, revolución del ocaso, munición en tinieblas de mentes sin meta, de sin causa de miedos.

Y vuelve a brotar a borbotones…

En la cicatriz perpetuamente abierta, de hipérbole quejido callado, infecta de silencios;  patología del consentimiento, tiránica conformidad, codicia mediocre y astucia ordinaria.

Y se te escapa, se te está escapando, se te está yendo… se va, se quiere marchar, nos quiere dejar, está huyendo, se escapa, nos deja, se fuga, deserta, se larga, se va, abandona, se rinde, desiste, abdica, dimite… se despide… la vida se despide…

Quiero cataplasma a la herida, antídoto, cura, salvación… Quiero fe de comisura, dogmas del desvío, cabezas altas de mentes despiertas, impares, palabras en clave de lenguas singulares, quiero invernadero de rarezas, inusuales planes, palpitares, nuevos masticares, rebumbio en los altares de sexo sin prejuicios… quiero 24 horas en amaneceres de carreras de obstáculos sin foso, soledad… solo su la busco, conquistas… solo si se dejan, libertades amando a mares, leyendo versos, cantando a musas… Quiero paraísos perdidos sin largas noches de piedra ni sombras y si, quizás, sólo si me asombran. 

Búscame en una cama fría

Búscame en una cama fría, en el sabor a café de cualquier piel que me quite tus ausencias. 
Búscame a contracorriente, a lo lejos y en tiempos pasados, en el lirismo desfribilante, a orillas de la conmoción, en el hueco de los vacíos y en la oquedad de la triste incomprensión. 
Búscame en el desafío de cada despertar, en los precipicios, en los insomnios, en el fracaso suicida, entre tinieblas y con Cohen, a mil besos de profundidad. Búscame en el a flor de piel, de vaso medio vacío, en cualquier réquiem a la desilusión, a deshoras, con impuntualidad y sin previas citas. 
En las miradas perdidas, con brújula de quimeras y a cuentagotas de desesperación. 
Búscame en algún cuadro de Klimt, quizás, y en su debacle de suspiros, a agudos de saxofón y a percusión de cuerpo tiritante. Búscame entre cabizbajos, en el cajón de los calcetines sin par y su absurdo, en la embriaguez de caos y desorden emocional. Búscame en la metáfora del mundo y en mi desencuentro, en la apología de lo amargo y su contraproducencia, en el antagonismo de todos mis puntos suspensivos… 
Búscame, en mi tonta esperanza, de que algún día, sin intuirlo, me encuentres y sigas buscando.

Escarcha

Escarcha, chasquido, relámpago… fuente seca, cuenco vacío, puta sin esquina.
Conservar la desesperanza, abrigarse con piel de orgullo, jugar a ganar, perder los papeles, parir entrañas por los ojos, dolerse hasta las pestañas, maullar auxilios y enseñar los dientes, quererse poco y quererse mucho, la sin medida de los verdugos, sobrepasar los límites, escrutar el  sin aliento, dejarse joder, dejarse caer, dejarse morir, morir de sentir, sentir el frío, sentir la soga, sentirte lejos, sentirte en crudo,  al limón y sin recomendaciones.
Quererse poco y quererse mucho,.. retorcerse pataleando, luchar contra si mismo, perder el pulso con los impulsos, mecer la ansiedad de no tenerte nunca, de huir siempre a todas partes y seguir frente al espejo, gemir de exasperación, oda a la desolación, la furia desafina pero no rompe la rutina.
Quererse poco y quererse mucho… Cerrar fuerte los parpados, acompasar oscuridades, poner en tensión todos los músculos, saberte roca de acantilado, impertérrita, sacudida por los oleajes, inescrutable, desafiada por el mar. Bajar las escaleras y echar la vista hacia lo alto, saberte hormiga entre la inmensidad, pequeña palpitación en la vorágine, ser  fragancia del miedo, escapar al sincobijo.
Quererse poco y quererse mucho… marcharse a tientas y de puntillas, sin reconocer el  adiós o el hasta pronto. 
Me quiero poco, te quiero mucho,… me voy.


Cecilia Marchetto

Bestia

Caminando sobre suspiros con pies de fuego,
llego riendo a las puertas carnosas de un pecho frenético.
Besando los pulmones, bautizo de ansia cada temblor.
Avivo una sangre hirviente de rugidos impacientes
a través de cometas melancólicos
que escupen escamas de diablos.

Incandescencias líricas absorben su mirada

que se pierde en el sabor de un sol. 
Yo soy el tortuoso placer de quemarse la lengua con un beso.
Llamo al gozo con mis palmas hambrientas.

Mi luz tumultuosa derrama cantos y lágrimas,

eclipsa las palabras cojas y los cuartos sucios,
hasta ser el único mundo y un jardín en su centro,
sagrado destructor del tiempo y los mandamientos.


Sendas

¿Te imaginas que hubieras sabido siempre
cuál era tu vida?
¿Te imaginas que hubieras escogido tu destino
con deseo firme?
Caminando en línea recta hacia la luz.
¿Te imaginas que hubieras sido capaz
de entregarte?
¿Te imaginas que la claridad
te hubiese atravesado?

¿Qué sería ahora el presente?

¿Habrían anegado los torrentes de abril tu corazón?
¿Habría regado el deshielo tus ojos?
Quizá sea necesario perderse en caminos prohibidos,
zarcillos que se entrecruzan,
raíces que buscan el mineral diamantino
disuelto en el fango prolífico;
arterias, ramas adentrándose
en lo profundo de la pulpa pantanosa
hasta el vientre estrellado de la materia,
hasta las grutas fosforescentes
que albergan la esencia de la tierra.

Nunca te será dado conocer

las sendas abandonadas,
nunca volver a entonar
los deseos enterrados.
El viaje incierto de una hebra de luz
que cae sobre el mar.

Selva negra

Desde allá, donde la furia se levanta resoplando desde el blanco absoluto,
Vibra lentamente un gemido, da sus primeros pasos, y despliega sus alas robadas de canto
Empezando a deshojar la rosa de arena, avivando cada parpadeo del cielo,
Fecundando la luz en su negra matriz.
Lo imposible rompe como un mar contra el mundo
Segundo a segundo,
Surgiendo de las líneas en las manos de los hombres,
De espirales en sus dedos,
Real como una caída al vacío que despierta al cautivo.
No hay más que abrir las puertas cuando llama el mensajero,
No hay mas que dar la mano al regalo del fuego.
Ver la sonrisa de la promesa,
El guiño de una hermana en la boca del destino,
Esperando a nombrarte el nuevo retoño,
Rey de tus pasos y guardián de tus horas,
El único en la tierra solo con ella.
Riendo bajo la lluvia de hosannas que sacuden el espacio,
trazando ante ti los arco-iris que llevas dentro,
multiplicados por las lágrimas.

Instante

¿Y quién mira cuando tocas
cada cuenta brillante de un segundo?

¿Quién se para a darte agua? 

¿Quién te abraza como a un pájaro perdido?

Nos quedamos en silencio

mientras baila el aire recién nacido alrededor nuestro.
Es la mano abierta de los milenios,
con sus surcos bordados de luz,
festejando nuestra quietud.

Como un anciano que sonríe en su último día,

se queda en la puerta diciéndonos adiós,

bienvenidos, 


es un secreto.



Hermelinda Tierradulce





Jaime Arnau


Un instante de Sebastião Salgado

Les vi, con un paraguas roto entre la lluvia y el viento,
como dos pestañas aunadas en un mismo soplo, al viento
uniéndose, espiga o flor, a los campos del mundo. Él, radiante
bajo el casi alba delicado. Ella, una sonrisa u horizonte
entre dos cimas o mejillas sonrosadas de vida. Él, brillante
en el día a día y en la eternidad de los abrazos, en el tácto
y en los posos del otoño y sus angustias. Ella, todo dientes
y colores por inventar, todo ojos y manos que pintaban.
Él. Ella. Un cordón umbilical desde la luna a sus almas líquidas.
Y una lista, una lista y unos nombres que poco o nada aún dicen.
Una descripción de lo imposible, como un guiño o un aplauso
al indecible tránsito que les hizo astros. Agotamiento. Agotamiento
Yo preguntaba Qué línea franquea, muerte o vida, ciego umbral
donde los besos ya son nada. He visto bebés volar al cielo con los ojos
abiertos aún a la luz del mundo. He visto a la vida cerrar los ojos
y decir ya es suficiente y aún suspirar insatisfecha. Agotamiento.
Agotamiento. Con un paraguas roto ente la lluvia y el viento.
Eran frágiles como una vela al soplo. Agotamiento. Agotamiento.
No habitaban una lista de nombres vanos. Él y ella se besaban
más allá del Hambre, de las fronteras, de toda la insulsa humanidad
que sólo pudo poner palabra y carencia a su noble pasión de tierra,
navaja oxidada o reloj a su pasión de fuego sin témpera o medida,
pulmones asfixiados de antemano a la trasparente pasión de agua,
escamas y una lógica de acuario para la salvaje sed de viento.
Ellos se besaban, se besaban, y en sus cuatro labios los elementos
eran un sólo mundo palpitando, y yo mirando
quizá, fui la derrota de la muerte, o la imagen del universo.